JAIME VÁNDOR (1933-2014)
Profesor y escritor
Testigo del holocausto
El peregrinar en su huida del gueto de Budapest acabó en Barcelona, donde desarrolló su carrera
Obituarios | 18/03/2014 – 00:00h | Última actualización: 19/03/2014 – 12:16h
Jaime Vándor LVE / Roser Vilallonga
Pudo haberse instalado en la venganza, alimentar el odio y propagar el sectarismo, pero en cambio optó por el afecto, la tolerancia, la amistad, el amor. Avistó la muerte cuando era un niño, sufrió en propia carne el espanto y sin embargo se empeñó en perseguir sin desmayo el camino de la vida, de la concordia.
Ha muerto Jaime Vándor: en la adoptiva Barcelona rodeado de tantos amigos, querido por innúmeras personas, entre la admiración unánime por su actitud ejemplar.
Vio la primera luz en Viena en el seno de una familia judía: de padre húngaro y austriaco por línea materna; corría 1933. El estallido de la guerra desencadenada por Hitler les indujo a emigrar por seguridad a Budapest. En aquel gueto fatalmente se vio abocado a padecer todos los rigores abominables de lo que se dio en llamar el holocausto: toda suerte de penalidades, terror, tragedias, pánico, horror de un infierno terreno.
Se escapó, junto con su madre y hermano, merced a la arriesgada tarea de salvación de judíos emprendida por dos justos de las Naciones: el diplomático español Ángel Sanz Briz y el italiano Giorgio Perlasca. Casi toda su familia cayó exterminada.
Luego de un doloroso peregrinar, consiguieron llegar a Barcelona en 1947, donde ya residía el padre desde 1940. Aquí halló la tierra en la que pudo y quiso enraizar.
El estudio y la cultura se perfilaron desde un buen principio como sus objetivos, que no dejó de profundizar. Se licenció en Semíticas, se doctoró en Literatura Comparada y se convirtió en profesor de Lengua y Literatura Hebrea en la Universitat de Barcelona. Un maestro muy respetado por su saber, capacidad didáctica y relación afectiva con los educandos.
Cursó estudios superiores de música. Desarrolló una actividad intensa como conferenciante y animador de simposios y congresos de ámbito internacional, en los que aportaba su profundo conocimiento sobre la historia y la cultura judaica, amén de la literatura de los ámbitos alemán, húngaro y hebreo, pero también para preservar la memoria viva del holocausto.
Fundó y dirigió la Biblioteca de la Comunitat Israelita de Barcelona y fue canciller del Consulado de Israel en nuestra ciudad. Desplegó una indesmayable y generosa actividad asociativa relacionada con los más diversos aspectos del judaísmo.
Publicó el ensayo Los ricos de espíritu, basado en la amplia investigación desarrollada para culminar la tesis doctoral que le permitió trazar y ahondar el perfil del hombre bueno, inspirado en aquel príncipe Mishkin que Dostoievski modeló en su novela El idiota.
Se reveló como poeta tardío. Y en esta tarea creativa tan personal e íntima descubrió que le permitía revelar toda clase de sentimientos, sensaciones y también reflexiones no exentas de carga moral. Poco antes de morir nos legó, en colaboración con Jaume Castro, su experiencia en el infierno: Una vida al caire de l’holocaust.
Jaime Vándor no era de los que pasan inadvertidos y nos deja una huella profunda, estimada. Su trayectoria admirable ha constituido un canto a la vida, con el fin de labrar cuan-to de positivo emergía del caos. Y en tiempo presente, que es de zozobra, desconcierto y peligro, su ejemplo se reafirma con mayor fuerza si cabe: mantener la lucha sin abandonar los principios.