JANUCÁ DE HOY Y DE SIEMPRE

Por Moshé Korin, MILIM DIGITAL

De un tiempo a esta parte, los festejos de Janucá han cobrado gran lucimiento. En generaciones anteriores, consistían en una lectura breve y en el recitado de las oraciones “Al Hanisim” (Por los milagros) y “Halel” (Cánticos de alabanza). Esto en cuanto al culto y en el ámbito familiar, en encender las velitas de cera o, “hacer honor” a las sabrosas “latkes” (torrejas) y entretenerse con juegos de naipes los adultos y de trompo o perinola los niños, los que también eran gratificados con el obsequio de monedas (“Dmei Januká”, en ídish: “Jánuke guelt”).

Sin menoscabo de las viejas tradiciones, Janucá ha pasado a ser la gran festividad nacional que hoy conocemos: bulliciosa, multitudinaria, con sus canciones, sus desfiles y sus paseos.

UN POCO DE HISTORIA

A partir del año 586 antes de la Era Común , cuando los babilonios se apoderaron de Jerusalem y destruyeron el Templo, el Pueblo Judío fue expulsado de su patria. En el año 538 a .E.C., Ciro (Koresh), rey de Persia, conquistó Babilonia y permitió el regreso de los exiliados a Judea. Ellos restauraron el país y construyeron el Segundo Templo. La dominación de los persas duró hasta 332 a .E.C., año en que fueron vencidos por el gran jefe griego Alejandro de Macedonia (El Grande), cuyo imperio se extendió por Europa, Asia y África. A la muerte de Alejandro, ese imperio se desmembró, en medio de fuertes luchas entre sus generales. Por un tiempo, Judea quedó en poder de Egipto; luego pasó a manos de Siria, bajo la dinastía de los Seléucidas. Uno de los monarcas sirios, Antíoco Epifanes, quiso que todos los pueblos de su reino adoptaran las costumbres griegas y decidió convertir por la fuerza a los judíos en paganos. Muchos se negaron, a costa de grandes sufrimientos y aún de la propia vida, hasta que al cabo de medio año, en el poblado de Modiín, cerca de Jerusalem, el anciano sacerdote Matitiahu (Matatías) encabezó la rebelión ( 167 a . E.C.). Matitiahu pertenecía a la familia de los Hasmoneos. Tenía 5 hijos: Iojanán, Shimón, Iehudá, Eleazar y Ionatán. El que más sobresalía era Iehudá, apodado “el Macabeo” (Iehudá Hamacabí) Y así comenzó, posiblemente, la primera guerra de guerrillas por la libertad espiritual y política.

LA VICTORIA, FUENTE DE INSPIRACION

Al cabo de años de lucha, los Hasmoneos lograron que las disposiciones de Antíoco Epifanes quedaran abolidas y que se volviera a las que regían antes de la persecución. Posteriormente , la familia de los Hasmoneos consiguió que uno de sus miembros fuera reconocido (aunque a veces de mala gana) por los reyes sirios, como gobernante legal de Judea. Janucá, una festividad radiante, brilla con sus luces gracias a la bravura moral de un pueblo que, siendo pequeño y débil, se atrevió a alzarse contra una poderosa tiranía.

 Todos los preceptos tradicionales judíos fueron prohibidos por el dominador pagano, so pena de muerte. Los ejemplares de la Biblia y otros textos judaicos fueron destruidos y la mera posesión de éstos, era castigada con la pena capital. El Templo mismo fue profanado y convertido al culto de Zeus. En ciudades y aldeas se instalaban altares paganos para someter a los judíos a pruebas de lealtad al helenismo.

“JANUCÁ” (INAUGURACIÓN).

Cuando reconquistaron Jerusalem, enseguida se dedicaron a restaurar el Templo. Retiraron el altar a Zeus y construyeron uno nuevo en su reemplazo, fabricaron nuevos utensilios para el culto y finalmente pudieron realizar la inauguración (“Janucá”). Fue en el año 165 a . E.C., el día 25 del mes de kislev. La fiesta, con sus servicios religiosos, duró 8 días. En su transcurso, el Templo fue profusamente iluminado. Según la leyenda, Iehudá Hamacabí y sus compañeros encontraron en un rincón del santuario un pequeño recipiente sellado, que contenía aceite para apenas una noche y el aceite sirvió para alimentar el candelabro de siete brazos durante 8 noches. Por eso, en la semana de Janucá se encienden luminarias en lugares públicos y en los hogares judíos. Se considera una obligación hacerlo, para mujeres, hombres y niños.